arquitectura de los besos
Allí nos dimos nuestro primer beso. En el asiento de atrás de un citroen ax negro, mientras ellos salieron a ver la puesta de sol hacíendose los románticos. Pablo y Carlos quedaron a media tarde para planear la jugada, tú y él ya erais novios y a Carlos le gustaba yo. Yo que sólo era la mejor amiga de "la novia de". Fuisteis todos a buscarme en el flamante ax de Pablo, a mí que sólo era la mejor amiga "de la novia del chico más guapo de la uni".
Así empezo todo, un atardecer de verano. Llevaba el pelo suelto cayéndome por los hombros, como siempre, una falda marrón y una camisa blanca con unas gotas de 212 de Carolina Herrera. Entré en el coche y lo primero que hiciste fué apartarme el pelo hacia atrás, como siempre, "así estas más guapa".
Empezamos a subir a Igeldo y me contabas al oído que la noche anterior fue vuestra primera vez, " te lo cuento ahora porque con el sonido del motor y de la música no se enteran". De esta forma empezaste a relatarme la imaginación erótica más inquietante de mi vida. Tus palabras cosquilleaban mi oreja y mi cuello y no era capaz de guardarme la sonrisa haciéndote pensar que me reía porque no sabías cómo hacerle una felación a tu novio. "Todo fue muy bonito, Laura, pero... no me gustó" en ese momento se me fué la sonrisa a las manos para convertirse en nervios. Nos dimos la mano y vió la pregunta en mi cara "¿por qué, qué pasó?".
Se acercó otra vez y con sus labios pegados en mi mejilla me dijo "Por que lo que hiciste la vez pasada en mi casa me gustó, y me gustas tú y no él y no podía parar de pensar en tí mientras que él me tocaba por todas partes y te aseguro que no lo hace como tú. Me encanta tu ternura, tu sensibilidad" sus manos se aferraban fuertes a las mias hasta que Pablo mirando por el retrovisor nos asustó, "¡Chicas! hemos llegado a tiempo para ver una puesta de sol roja, ¡abajo todo el mundo!" pero María se le adelantó "nosotras nos quedamos a verlo desde el coche que empieza a hacer fresco"
Fué nuestro primer beso por que el que te dí en la cama de tu cuarto no fué consentido, no fue de las dos, no fue nuestro. Tumbadas mirando revistas de decoración y arquitectura, y yo haciendo que las miraba. Me gustaba la arquitectura de tu cara, y la decoración de tus ojos, grandes y oscuros y tus labios rebestidos de un rojo burdeos, rematados con brillo transparente. No sé si las revistas eran de interiores o de exteriores, a mi me gustaba todo, desde la ropa que vestías hasta las ideas extrañas en las que me involucrabas. Recuerdo la vez que miramos por la ventana con inteción de adivinar las constelaciones y llovía, me cogiste de la mano y fui arrastras a mojarnos por las calles hasta llegar a la playa y rebozarnos en la arena para terminar con un baño a las 12 de la noche, un lunes. Y yo dije "vale", por que las gotas que resbalaban por tu pelo lo valían.
Un golpe seco nos separó. Seguimos dándonos la mano aterradas por la mirada de ambos, la de Pablo que nos cruzó desde el retrovisor mientras arrancaba brúscamente y la de Carlos que después de pasarse unos segundos mirandonos hacia atrás, clavó sus ojos llenos de ira en la nada. Descendimos el monte tan rápido que no me dió tiempo a decirle más que "no me arrepiento de nada" y ella contestó "lo volvería a hacer".
Así acabó todo, un atardecer de verano. Desperté un mes después en la habitación de un hospital llena de tubos y recordé un silencio inmenso y unas ramas que entraban por la ventanilla rota del coche. Ésta es la despedida que no pude darte en aquella curva, ni después. Un segundo beso eterno.
Así empezo todo, un atardecer de verano. Llevaba el pelo suelto cayéndome por los hombros, como siempre, una falda marrón y una camisa blanca con unas gotas de 212 de Carolina Herrera. Entré en el coche y lo primero que hiciste fué apartarme el pelo hacia atrás, como siempre, "así estas más guapa".
Empezamos a subir a Igeldo y me contabas al oído que la noche anterior fue vuestra primera vez, " te lo cuento ahora porque con el sonido del motor y de la música no se enteran". De esta forma empezaste a relatarme la imaginación erótica más inquietante de mi vida. Tus palabras cosquilleaban mi oreja y mi cuello y no era capaz de guardarme la sonrisa haciéndote pensar que me reía porque no sabías cómo hacerle una felación a tu novio. "Todo fue muy bonito, Laura, pero... no me gustó" en ese momento se me fué la sonrisa a las manos para convertirse en nervios. Nos dimos la mano y vió la pregunta en mi cara "¿por qué, qué pasó?".
Se acercó otra vez y con sus labios pegados en mi mejilla me dijo "Por que lo que hiciste la vez pasada en mi casa me gustó, y me gustas tú y no él y no podía parar de pensar en tí mientras que él me tocaba por todas partes y te aseguro que no lo hace como tú. Me encanta tu ternura, tu sensibilidad" sus manos se aferraban fuertes a las mias hasta que Pablo mirando por el retrovisor nos asustó, "¡Chicas! hemos llegado a tiempo para ver una puesta de sol roja, ¡abajo todo el mundo!" pero María se le adelantó "nosotras nos quedamos a verlo desde el coche que empieza a hacer fresco"
Fué nuestro primer beso por que el que te dí en la cama de tu cuarto no fué consentido, no fue de las dos, no fue nuestro. Tumbadas mirando revistas de decoración y arquitectura, y yo haciendo que las miraba. Me gustaba la arquitectura de tu cara, y la decoración de tus ojos, grandes y oscuros y tus labios rebestidos de un rojo burdeos, rematados con brillo transparente. No sé si las revistas eran de interiores o de exteriores, a mi me gustaba todo, desde la ropa que vestías hasta las ideas extrañas en las que me involucrabas. Recuerdo la vez que miramos por la ventana con inteción de adivinar las constelaciones y llovía, me cogiste de la mano y fui arrastras a mojarnos por las calles hasta llegar a la playa y rebozarnos en la arena para terminar con un baño a las 12 de la noche, un lunes. Y yo dije "vale", por que las gotas que resbalaban por tu pelo lo valían.
Un golpe seco nos separó. Seguimos dándonos la mano aterradas por la mirada de ambos, la de Pablo que nos cruzó desde el retrovisor mientras arrancaba brúscamente y la de Carlos que después de pasarse unos segundos mirandonos hacia atrás, clavó sus ojos llenos de ira en la nada. Descendimos el monte tan rápido que no me dió tiempo a decirle más que "no me arrepiento de nada" y ella contestó "lo volvería a hacer".
Así acabó todo, un atardecer de verano. Desperté un mes después en la habitación de un hospital llena de tubos y recordé un silencio inmenso y unas ramas que entraban por la ventanilla rota del coche. Ésta es la despedida que no pude darte en aquella curva, ni después. Un segundo beso eterno.
6 comentarios:
nere imaginazioan errealitatea eta fikzioa nahasten dira textu hau irakurtzean........baina azkenean pentsatzen dut dena fikzioa dela, eta gure imaginazioarekin jolasten dugula edozein egoeratan, edozein momentutan..........
muxu bat
mucho que leer! volveré sin duda.
Buaa! yo creo que no fue un accidente. Fué un asesinato.
Hacerme caso que he visto muchos thrillers y todos empiezan así! jeje
ostia...
sencillamente precioso...voy a por kleenex...
Plas, plas, plan, no hay mas !!!
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