El autobus arranca desde la estación de Pio XII, coge la rotonda y se encamina hacia la autovía dirección Pamplona-Barcelona. Llegando a Andoain, un cartel informa de que la A15 (autovía que une
Gipuzcoa y
Navarra) está cerrada y han de ir por la N1, el chofer no sabe muy bien el camino, pero la ayudanta lo guía. Alberto desenfunda su ipod, color verde manzana y se dispone a escuchar las últimas canciones que le ha mandado introducir a su hermana. Ha salido de trabajar con poco márgen de tiempo y le ha tenído que pedir algunos favores: que le hiciera la maleta, vaciara el frigorífico, tendiera la colada y fregara los pocos cacharros que dejó en el fregadero.
Suena Bisbal en sus oídos, oídos que por lo general odian la música comercial. -"Esto es una revancha por encomendarle todas las tareas a última hora"-piensa, mientras navega por el menú con intención de encontrar algo mejor. Nada. Nada de jazz, nada de blues. Las canciones pasan aleatoriamente -"malo sobre malo"- se dice, y de fondo escucha el ensordecedor ronquido del señor que duerme detrás.
"Queridos amigos este día tan dichoso nos reunimos para darle el último adiós a nuestro hermano Alberto, que en paz descanse, fallecido en el trágico accidente en el que también perecieron otros siervos de nuestro señor. Así pues y a petición de la familia, les rogamos mantengan silencio mientras le regalamos un trocito de lo que más amaba en la tierra: la música. Disfrutemos lo último con lo que quiso disfrutar nuestro hermano, hijo, fiel amigo. "
moraleja...